
La primera presentación fue el 28 de diciembre de 1895, en París, y consistió en una serie de imágenes documentales, de las cuales se recuerdan aquella en la que aparecen los trabajadores de una fábrica (propiead de los mismos Lumière), y la de un tren (en la estación de Lion) que parecía abalanzarse sobre los espectadores, ante lo cual éstos reaccionaron con un instintivo pavor. Cabe mencionar que si bien la magia del cine se debe al aparato que (ahora) reproduce 24 cuadros (fotogramas) por segundo, resultaría inútil sin un "defecto" del ojo humano: la persistencia retiniana; ésta consiste en que una imagen cuando es capturada por la retina, queda fija unos breves instantes. Al ocurrir lo anterior, nuestro cerebro se encarga de lo demás: unir una imagen con la siguiente, hasta que se logra la sensación del movimiento de lo que sucede en la pantalla y que parezca tan real como la vida misma.
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